Himno al Centenario
1 “Dispersaos por el mundo predicad a toda criatura”
Estas fueron las palabras que inspiraron la misión,
siete Hermanas Capuchinas de la Madre, del Divino Pastor,
“cúmplase tú voluntad”, sintieron en su corazón.
Coro: Nuestra Vida es Misión
sembrando en el corazón
a María tierna Madre
que nos lleva al Buen Pastor.
Son cien años en América
Capuchinas de la Madre del Divino Pastor
inspirando Fe y Confianza en Dios
fieles a su fundador, Beato José Tous.
2. Fue en Bluefields Nicaragua, que arribó la expedición, en el corazón de América cimentaron su misión,
Paz y Bien traían, en su corazón, paciencia, sabiduría y amor;
para apacentar ovejitas en el redil, de Jesús, el Buen Pastor.
3. Celebramos nuestro centenario en un solo corazón, San Francisco y Santa Clara nos den su bendición unidos como Iglesia en fraterna comunión. ¡Vivan las hermanas, fieles en su misión!
Centenario de la presencia de las
Hermanas Capuchinas de la Madre de Divino Pastor en América.
Y así empezó nuestra historia…
En un lugar muy lejano del antiguo continente, en España precisamente, un día antes de la primavera estaban siete hermanas reunidas para una importante misión. Curiosamente, el significado de la primavera es el inicio del florecer. Dios y la naturaleza se habían confabulado esa hermosa mañana de un 20 de marzo de 1920, para hacer realidad la fundación de Blufields, Nicaragua, puerta al continente americano.
Todo esto estaba guiado por la voz de la Madre del Divino Pastor, y sus ovejas obedientes, hermanas religiosas, seguían tan encomiable labor. Ellas eran como semillas que iban a ser repartidas por el mundo para evangelizar a toda criatura; tal como lo había predicado Jesús a sus discípulos.
Las siete hermanas dispuestas a seguir el llamado, se prepararon y oraron mucho a Dios para que les diera fuerza y valentía ante esta nueva experiencia. Siempre tuvieron el consejo y apoyo de las hermanas y superioras.
En el puerto de Barcelona les esperaba un barco, las aguas del mar estaban tranquilas y claras, pero las hermanitas sentían una gran nostalgia; ellas partían y veían como la ciudad se alejaba, y con tristeza sabían que dejaban sus familias y a las hermanas que tanto querían.
La tarde pronto se hizo noche, y las estrellas resplandecían, brillaban como hermosos faroles guiando la embarcación. De día y de noche Dios estaba con ellas.
El barco se había detenido en el puerto de Tarragona, su espíritu se hacía más fuerte, porque pudieron comulgar y escuchar la misa en la Iglesia de los Padres Capuchinos.
A la mañana siguiente un 21 de marzo se celebraba la fiesta de los Dolores de la Virgen; muy probablemente las hermanas compartían el mismo dolor de María, pero se confortaban repitiendo la siguiente oración de Jesús: “Padre, cúmplase vuestra voluntad”. Y, habiendo escuchado la Misa que se celebraba en el barco, partieron con rumbo a Valencia.
Dese aquel barco de vapor las hermanas pudieron observar el Cabo de Palos y las islas Hormigas.
Seis días les llevó llegar a Málaga. Cuando llegaron a puerto había otras embarcaciones, de las cuales bajaban personas de otras nacionalidades. Este día el 27 de marzo las hermanas visitaron un templo muy grande, era una Catedral con una enorme y hermosa cúpula, los altares, las pinturas; habían libros muy, muy grandes. Emocionadas las hermanas subieron por una escalera de caracol con 365 gradas. Los mismos días que tiene un año.
Nuevamente las hermanas subieron al barco y cuál fue la sorpresa que pudieron ver muchos delfines que saltaban al lado de la embarcación.
Hacia la tarde, en el Estrecho de Gibraltar, el cielo se puso oscuro, las nubes grises y soplaba un viento fuerte, se acercaba una tormenta, pero Dios siempre estaba con ellas. Una suave llovizna fue la que las cubrió, las hermanas daban gracias a Dios porque la tormenta no les afectó. Sin embrago, los días siguientes, cuando pasaban por el Estrecho, la embarcación se movía de un lado a otro, las olas eran fuertes y el viento soplaba, parecía que el barco bailaba al compás del mar.
Ya en alta mar algunos días eran calmos, otros oscuros y fríos, volvía la tormenta. La tempestad era tan fuerte que las hermanas se mareaban, ellas rezaban y sabían que Dios les acompañaba.
El mes de abril empezó, las hermanas seguían en alta mar, fue un día lleno de sol, el cielo era azul y la brisa era suave y les refrescaba. Parecía que Jesús les saludaba y les animaba a continuar en la travesía hacia el continente americano.
El día 02 de abril llegaron a Tenerife, el puerto estaba en un pueblo cuyas casitas estaban pintadas de muchos colores. Las hermanas se hospedaron por 3 días en ese hermoso pueblo. Un día de esos fue tan alegre que las campanas y las sirenas cantaban el aleluya. Fue un día asombroso porque se celebraba la Pascua de Resurrección.
Embarcaron de nuevo y el día 07 de abril fue muy triste, la tormenta volvió a azotar, las hermanas pedían a Dios su auxilio y los marineros no comprendían lo que sucedía, las pruebas continuaban; el barco se detuvo en medio del mar.
Trece largos días transcurrieron, hasta que el sonido de una sirena les anunciaba que divisaba tierra. Era Cuba, una isla del Caribe, el barco parecía cansado, nuevamente se detenía sin causa alguna en medio del mar.
Un día después, el 18 de abril, las hermanas celebraban la fiesta de la Madre del Divino Pastor, ellas recordaban sus hermanas de la congregación, sabían que ellas tenían una misión que cumplir, además una de las hermanas se encontraba enferma, esto también las entristecía y angustiaba.
El barco llega a puerto en Santiago de Cuba, la hermana enferma se recupera, el movimiento del barco era el que producía su malestar.
Al llegar a tierra fue una gran fiesta, las hermanas capuchinas fueron recibidas con música, guirnaldas de flores, recitaban poemas, cantaban canciones y compartieron con todas las personas de la población.
Las hermanas visitaron varias ciudades de Cuba, pero ellas pensaban que pronto llegaba el mes de mayo y aún no habían llegado a su destino.
Por fin, el gran barco que las traía las lleva hasta New Orleans, allí conocieron muchas cosas. El orden y la limpieza de la ciudad, pero también cómo estaban separados los blancos de los negros.
El barco que las llevaría a Bluefields Nicaragua, había llegado a puerto, las hermanas tardarían aproximadamente cinco días en este viaje. Hasta que un 23 de mayo a las 6:00 de la noche el barco llega a un puerto llamado Bloff. De ahí las hermanas tenía que tomar una lanchita para llegar a tan esperado pueblo.
Las hermanas sentían muchas emociones, pero al acercarse al pueblo todos sus temores desaparecieron; había bandas, que las recibían con mucha alegría, tocaron el Himno de Nicaragua y la marcha real española.
Los habitantes les regalaban sandías porque el mes de mayo es el periodo de cosecha de esta jugosa fruta, les dieron una bebida llamada chicha y tortillas con queso.
Ese día fue un día brillante, lleno de luz y esperanza; Dios les seguía acompañando e iluminado, además, ese día se celebraba la fiesta de Pentecostés. Esto les recordaba que ellas que eran instrumento de Dios y que trabajarían con mucho esfuerzo en el continente americano.
Las siete hermanas capuchinas, eran como semillas en tierra fértil, al mes de haber llegado empezaron a dar clases y fue así como los frutos fueron en aumento hasta llegar a Cuba, Costa Rica, Colombia y Guatemala. Tanto fruto dio la llegada de las hermanas, que hoy nos preparamos para celebrar el centenario con mucha emoción y agradecimiento.
Profa. Viviana Chavarría Polini
Docente, CMDP. Primaria, San José, Costa Rica
Un día como hoy hace 99 años hemos llegado a América las Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor obedeciendo al llamado de Jesús "Id y Anunciad", damos gracias a Dios por hacernos partícipes de su proyecto del Reino a través de la Educación y la Misión, llevando la semilla de la Paz y el Bien....